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Análisis - Global

Abordando el Poder de las Plataformas Digitales

Robin Mansell *

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Una estrategia común de las plataformas es utilizar las comunicaciones de relaciones públicas y los tribunales para retrasar, negar o desviar las críticas públicas. Cuando se enfrentan a los cambios propuestos o implementados en las leyes destinadas a restringir las prácticas de la plataforma, estas compañías realzan sus compromisos con los valores públicos.

Las plataformas digitales modernas se distinguen por su uso de tecnologías digitales para asociar, coordinar e implementar métodos para enlazar a múltiples proveedores y consumidores o ciudadanos, utilizando su información. Las posiciones dominantes logradas por Google, Facebook, Amazon y Twitter, en el mercado son emuladas por Tencent, JD.com y Alibaba, Baidu, YouKu y QQ.com, y Weibo en el mercado chino. Estos desarrollos son ampliamente atribuidos a las capacidades «inteligentes» de las máquinas, la entrada al mercado de las compañías que alteran los modelos de negocios «unilaterales» más antiguos y la magnitud de la distribución a nivel mundial de los usuarios finales de plataformas.

Las estrategias de la plataforma permiten la dataficación, la circulación y la mercantilización de la información, constituyendo elementos claves de la «plataformización«. Cuando los intereses de los gobiernos y los actores de la sociedad civil en la plataforma de la comunidad no se alinean con las ambiciones de las plataformas, se toma en consideración soluciones de comportamiento y/o estructurales.

Las empresas de las plataformas buscan continuamente fortalecer y diversificar sus fuentes de ingresos, explotando los mercados globales, regionales y locales. En el sistema internacional basado en reglas que facilitan las relaciones comerciales, ellos pueden organizar sus operaciones con relativa poca consideración por las fronteras nacionales, aunque enfrentan restricciones nacionales específicas en China y, cada vez más, en otras jurisdicciones nacionales. Una estrategia común de las plataformas es utilizar las comunicaciones de relaciones públicas y los tribunales para retrasar, negar o desviar las críticas públicas. Cuando se enfrentan a los cambios propuestos o implementados en las leyes destinadas a restringir las prácticas de la plataforma, estas compañías realzan sus compromisos con los valores públicos: «Google se preocupa mucho por el periodismo”

Las plataformas y los gobiernos están desarrollando códigos de práctica voluntarios y éticos en respuesta a los llamados a tomar medidas. Pero la responsabilidad de presentar pruebas generalmente recae en aquellos preocupados por el poder de las plataformas, para demostrar que la autorregulación de ellas (las plataformas) no están brindando bienestar y solidaridad a la sociedad. El argumento neoliberal es que si hay necesidad de políticas para estimular la innovación, fomentar la conectividad, generar confianza y aumentar la transparencia y la responsabilidad, debe ser tarea de los operadores de las plataformas. Incluso cuando se reconoce el potencial de exclusión, desigualdad y daños a la democracia o a los jóvenes, a menudo se dice que la solución está en el mayor desarrollo de innovaciones técnicas.

Cuando se consideran las respuestas proactivas al dominio de la plataforma, una pregunta crucial es si acaso pueden elaborar nuevas reglas y normas institucionales para obtener resultados que serán valorados por la sociedad: como Van Dijck et al. lo expresa, ¿cómo pueden ser «forzados en la arquitectura del ecosistema” los valores públicos? ¿Qué criterios, pruebas y configuración institucional deben establecerse si se toma la opción de buscar un cambio estructural y/o de comportamiento? La regulación formal por parte del Estado, la co-regulación por parte de las plataformas y del Estado, y las diversas formas de administración independiente ofrecen múltiples opciones, pero cada una plantea dudas sobre cómo garantizar que los conflictos entre los valores económicos y públicos no produzcan resultados que sean desventajosos o perjudiciales para individuos específicos o para grupos de actores.

Ante las crecientes críticas de las plataformas dominantes, se ha discutido mucho sobre si y cómo imponer una obligación legal de “información fiduciaria” o un “deber de diligencia” en las plataformas. En el Reino Unido, un Comité Parlamentario ha concluido que «la autorregulación de las plataformas en línea que alojan contenido generado por usuarios, incluidas las plataformas de redes sociales, está fallando». Sin embargo, como señala Marsden, «todo lo que la ley puede lograr es aplicar justicia, a unos pocos malos actores, para evitar los excesos más graves por parte de las empresas y los usuarios». El dilema es garantizar que los gobiernos no utilicen un reconocimiento de amenazas como una justificación para otorgar controles al estado, que vulneren los derechos y libertades de las personas. Cuando hay solicitudes – como en el Informe de la Comisión sobre la verdad, la confianza y la tecnología de la LSE o en el Libro Blanco sobre daños en línea de 2019 del Gobierno del Reino Unido, para que una nueva institución reguladora reduzca el poder de la plataforma, se destaca la independencia de cualquiera de esas instituciones y se da una gran importancia a lograr transparencia del funcionamiento de la plataforma y a generar información sobre el impacto de los algoritmos de la plataforma. La mayoría de las propuestas hacen hincapié en un enfoque equilibrado con acciones que requieran evidencia de la gravedad de los daños y el tamaño del riesgo, así como una evaluación de los impactos esperados en el comportamiento de las plataformas.

El deseo de intervenir en el mercado de las plataformas está dando lugar a un lenguaje duro que sugiere que la voluntad política se está acumulando para redirigir los modelos de negocios de la plataforma. En el Reino Unido, el informe sobre la desinformación de la Cámara de los Comunes dice que «a las empresas como Facebook no se les debe permitir comportarse como» mafiosos digitales «en el mundo virtual considerándose que están por delante y más allá de la ley». Los recursos de comportamiento que apuntan a motivar a la agencia proactiva, por parte de los usuarios de la plataforma, incluyen exigir la movilidad de los datos y los estándares de interoperabilidad entre las plataformas, invirtiendo en el fortalecimiento de la alfabetización de los medios de comunicación y de datos, la supervisión de los Acuerdos de los Términos de Servicio de la plataforma, insistiendo en la neutralidad del algoritmo, el reconocimiento formal de los derechos de propiedad de los datos del usuario, impuestos y, en algunos casos, responsabilizando legalmente a las plataformas por contenido dañino. Las soluciones estructurales también están siendo consideradas ya que las plataformas dominantes en el mundo occidental comienzan a ser consideradas como los barones ladrones del siglo XXI y como un «mal» que ha creado «un nuevo camino digital hacia la servidumbre«. En su informe de 2019, un Panel de Expertos en Competencia Digital del Reino Unido concluyó que » no se puede contar con la competencia dentro del mercado, por sí sola, para resolver los problemas asociados con la inclinación del mercado y «el ganador se lleva la mayoría». (Winner-takes-most)

Los remedios para enfrentar el poder de las plataformas no pueden, sin embargo, revelarnos específicamente dónde debe descansar la responsabilidad para proteger la libertad de expresión mientras, al mismo tiempo, limitar el discurso de odio, la información dañina o el mal comportamiento en línea. Si bien se están discutiendo múltiples iniciativas para proteger a los ciudadanos del poder de las plataformas dominantes, en su mayor parte, la prioridad en los países occidentales sigue siendo el crecimiento económico y la innovación tecnológica. Se resta importancia a la preservación de la autonomía y la dignidad humanas, frente al poder de la plataforma (y los algoritmos sesgados), en una carrera competitiva hacia el aumento de la autonomía de la máquina. Lo que se puede valorar, cuantificar y calcular en el mercado es lo que se privilegia en términos de inversión. Incluso ante una «crisis de la información» en la cual los individuos son percibidos como vulnerables a la desinformación o información errónea, fácilmente manipulables y persuasibles, y carentes de conocimientos críticos de los medios de comunicación. Se está incentivando un modelo de plataforma que fomenta una «cultura de vigilancia» generalizada, que es incompatible con valores de equidad, solidaridad, responsabilidad y control democrático. La resistencia proviene del activismo de datos y de los movimientos de justicia de datos, con algunas demandas para que la tecnología digital se despliegue en un área de patrimonio común de conocimiento, para apoyar a los medios de servicio público, como una forma de contrarrestar el poder de las plataformas. Sin embargo, éstas no parecen estar desafiando el poder de las plataformas dominantes.

Incluso si se asumen algunos éxitos en restringir a las plataformas por medio de diversas combinaciones de recursos de comportamiento o estructurales y tácticas de resistencia del movimiento social, éstos todavía parecen fomentar una lógica de plataforma de intensa “dataficación”, reduciendo la autonomía humana y debilitando la toma de decisiones colectivas. No abordan la subyacente lógica de la dataficación, una lógica basada en la influencia subliminal y el cambio de actitud en una escala masiva, pero altamente individualizada. Si esta lógica se abordara, se requerirá un esfuerzo para desnaturalizar la hegemonía neoliberal que justifica las prácticas de dataficación utilizando una tecnología que está avanzando constantemente. Requerirá un debate abierto sobre los límites morales de los mercados de plataformas digitales, que sea generador de alternativas y que cuestione la idea de que el dominio de la plataforma es inevitable. Esta es la única forma en la que es probable que sea posible asegurar los valores públicos en la era de la plataforma.

* Profesor del Departamento de Medios y Comunicaciones, London School of Economics and Political Science, email: r.e.mansell@lse.ac.uk

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