Demanda de múltiples estados de Estados Unidos contra Google revela prácticas anticompetitivas en el uso de tecnologías publicitarias y colusión con Facebook para dominar el mercado de la publicidad digital.
Recientemente, un juez de Nueva York hizo pública sin editar la demanda antimonopolio liderada por el estado de Texas contra Google, originalmente presentada en diciembre de 2020.
El documento indica que Google procesa 11 mil millones de espacios publicitarios por día y revela que obtiene entre el 22 y 42% de los ingresos, «lo que supone el doble o el cuádruple de los precios de algunos de sus competidores de intercambio más cercanos”, dice la demanda.
Los editores suelen pagar tasas en el orden de 5% y 20% por transacción publicitaria, pero la de Google se ubica entre 19% y 22%, lo cual puede escalar entre el 32% y 40% en la red de display de Google. Además, las herramientas de compra de anuncios de Google ganan más del 80% de las subastas alojadas en AdX.
La demanda ofrece información sobre los vínculos entre Google, su principal competidor en el mercado publicitario, Facebook, así como con Apple y Microsoft.
“Jedi Blue” es el nombre del acuerdo que Google tendría con Facebook para cobrarle tarifas más bajas dándole ventajas como proporcionarle información de usuarios y más velocidad en las subastas, a cambio de que la empresa de Mark Zuckerberg apoye a las pujas de Google.
Google prometió a Facebook una “tasa de coincidencia” del 80% en las subastas para móviles y del 60% en las subastes para web, al ayudarlo a identificar usuarios.
Además, la demanda refiere a distintos proyectos implementados por Google en detrimento de los editores: el Proyecto Bernanke, el programa de Google para utilizar la información de los servidores de anuncios de los editores para reforzar sus propias tecnologías de compra de anuncios; y los Proyectos NERA y Privacy Sandbox, que limitan la capacidad de los editores para identificar y rastrear a los usuarios, y posicionarse como árbitro de la identificación y la orientación en la web abierta. Así, los editores dejaron de contar con el uso exclusivo de los datos de sus audiencias, depreciando el valor de su espacio publicitario, en beneficio de las ventas a de las tecnologías de Google.
Según la demanda, Google obligó a los editores a concederle un acceso exclusivo a su inventario. «Google consiguió que estos usuarios dieran permiso al navegador Chrome para rastrearlos en la web abierta y en los sitios de editores independientes… Estos usuarios también tuvieron que dar permiso a Google para utilizar estos nuevos datos de seguimiento de Chrome para vender el propio espacio publicitario de Google, lo que permitió a Google utilizar Chrome para eludir la dependencia de la tecnología de seguimiento de cookies”, dice la demanda de acuerdo con Adexchanger.
La demanda completa, divulgada por el periodista de Financial Times, Patrick McGee, se puede consultar acá.
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