En general, en el contexto brasileño, tenemos pocas operadoras, que ofrecen un servicio de pésima calidad y no atienden a toda la población. Así, el acceso a internet sigue presentándose como un desafío al pleno ejercicio de la libertad de expresión.
Laura Tresca y Marcelo Blanco*/Brasil/Diciembre 2016
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En 2012, Artículo 19 lanzó la publicación “Acceso a las Ondas: Principios sobre la Libertad de Expresión y Reglamentación de la Radiodifusión” en la cual se discute la posibilidad de una reglamentación estatal del espectro electromagnético para fomentar la pluralidad y la diversidad de medios, de ideas y de opiniones. Considerar los intereses comerciales y el interés público, además del límite entre la gestión del interés público y del control gubernamental fueron algunos de los desafíos abordados. Casi 15 años después, en un contexto de convergencia digital, se vuelve necesaria una reflexión acerca de la vigencia de los conceptos utilizados en aquella época. ¿Cuál es la nueva definición de medios? ¿La reglamentación aún sería necesaria en un escenario en el cual se afirma que existe una abundancia de contenido mediático? ¿Cómo debería ser abordado el impacto de las plataformas predominantes sobre la pluralidad y la diversidad? Muchas son las preguntas; pocas las respuestas simples y objetivas.
En la práctica, observamos no solamente el mantenimiento de la concentración de medios de radiodifusión en América Latina, sino también la concentración de mercado en el acceso a internet. En Brasil, por ejemplo, la operadora Oi, que tenía gran parte del mercado de telecomunicaciones –inclusive como proveedora de internet– pidió una liquidación judicial de 65.4 mil millones de reales (alrededor de 20.2 mil millones de dólares estadounidenses) en junio de 2016. La tendencia es que la parte del mercado que era ocupada por Oi sea absorbida solamente por otras dos gigantes, Claro y Telefónica. Esta última, a su vez, compró en un mismo año la GVT, una de las pocas empresas de gran tamaño proveedoras de internet que aún no pertenecían a un gran conglomerado que actuara en Brasil. GVT pertenecía al grupo francés de medios Vivendi, que cambió la GVT por una participación en las acciones de Telefónica Brasil y en Telecom Italia. En general, en el contexto brasileño, tenemos pocas operadoras, que ofrecen un servicio de pésima calidad y no atienden a toda la población. Así, el acceso a internet sigue presentándose como un desafío al pleno ejercicio de la libertad de expresión.
Según el último estudio llamado TIC Domicilios, en 2015, solamente el 51 % de los hogares brasileños tenían algún acceso a internet en Brasil. En las áreas rurales, el 78 % de las viviendas no tienen acceso a internet. En el 76 % de los hogares con renta familiar de hasta un salario mínimo no hay conexión. Incluso en las regiones con mayor penetración de internet, las velocidades de acceso ofrecidas aún son limitadas. En el Sureste, donde se halla el mejor desempeño del indicador de velocidades, la banda de velocidad de entre 10 Mbps e 20 Mbps, por ejemplo, solamente es utilizada por el 12 % de las personas (TIC Domicilios, 2015). La desigualdad regional también es significativa en el país: el escenario de oferta de los servicios aún es bastante desigual entre las regiones brasileñas, y es notable que más de la mitad de la población de la región Norte (53 %) no tiene acceso y su velocidad de acceso es la menor del país. Además, solamente el 2 % de los usuarios poseen velocidad por encima de 10 Mbps (Tic Domicilios, 2015).
Cuando la iniciativa de Facebook para promover conectividad, el Free Basics (anteriormente llamada Internet.org) fue anunciada, organizaciones de la sociedad civil volvieron a reflexionar sobre cuál sería el mejor modelo para conectar a los más pobres, ya que la propuesta de la empresa traería inicialmente serias limitaciones a un acceso efectivo a internet, potencialmente violando el principio de la neutralidad de la red y resultando también en fuertes efectos anticompetenciales a largo plazo.
En Brasil, solamente hay políticas gubernamentales, puntuales, con la finalidad de la inclusión digital. Durante mucho tiempo, uno de los principales esfuerzos con estas características fueron los telecentros, que hasta llegaron a contar, incluso, con algún apoyo gubernamental de diversas esferas, con las más variadas posibilidades y limitaciones. Frente a ese contexto, se hacen justificadas y legítimas las prácticas autogestionarias y comunitarias para enfrentar la brecha digital, más allá de la búsqueda de reglamentaciones e intervenciones del poder público. El servicio de proveedores de acceso a internet tiene un rol fundamental en el aumento del acceso a la red, ampliando la inclusión digital y la infraestructura crítica de internet. En los últimos años, por lo tanto, ha ganado fuerza y relevancia el debate sobre el uso del espectro electromagnético1 para la inclusión digital.
Una alternativa para la inclusión digital ha sido ensayada en algunas comunidades brasileñas, pero aún no de forma masiva: el uso del espectro para la creación de redes autogestionadas. Se trata de una infraestructura de comunicación no elitista, abierta, descentralizada y gestionada por sus propios usuarios. Es lo que llamamos modelo de proveedores comunitarios. Este modelo de conexión no se basa en un simple suministro de acceso a internet, sino que también proporciona a la comunidad donde está insertado, interacciones sociales alrededor de la tecnología, como suelen hacer los telecentros y los cafés internet.
Este modelo ayuda al desarrollo local haciendo disponible una señal de internet para diversos fines sociales. Permite la divulgación de ideas, manifestaciones culturales y políticas, hábitos sociales, acceso a la educación, capacitación e inclusión digital tanto en los centros urbanos como en las áreas rurales. Además del acceso a internet, el proveedor permite la creación de una red interna, con la posibilidad de servicios locales. La comunidad será capaz de crear un espacio virtual en el cual podrá compartir datos y crear aplicaciones que solamente podrán ser accedidos por quienes estén conectados a la red comunitaria. Este tipo de herramienta puede fortalecer los lazos comunitarios y activar la vida local.
El proveedor comunitario puede ser el principal canal de comunicación y de divulgación de las actividades realizadas en la comunidad. Las posibilidades generadas a partir del montaje de un proveedor son innumerables, dependiendo solamente de la apropiación que cada comunidad haga de la tecnología. La red interna puede contar con servicios de intercambios entre los habitantes, estimular la economía basada en el compartir, así como la organización social y política.
El proveedor comunitario es solamente una herramienta. La comunidad es quien decide cómo usarla. Se trata, por lo tanto, de una alternativa liberadora e importante para enfrentar la concentración de mercado en el acceso a internet que ha surgido en América Latina y debe ser fomentada y examinada por gestores públicos, académicos y activistas como una posibilidad relevante y legítima de alternativa de modelo de conectividad.
*Laura Tresca es Maestra en Comunicación Social y Periodista por la Universidad Metodista de Sao Paulo (UMESP). Científica Social por la Universidad de Sao Pulo (USP). Trabajo en el Observatorio Nacional de Inclusión Digital (ONID); fue Coordinadora Nacional de Comunicación de la Red Casa Brasil del Gobierno Federal; actualmente es Oficial del Programa de Libertad de Expresión de Artículo 19, Brasil.
Marcelo Blanco es asistente del Programa de Derechos Digitales de Artículo 19, Brasil; Está formado en Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP) y cursa la graduación en Filosofía en la Universidad de Sao Paulo (USP).
1 El espectro electromagnético es el intervalo completo de todas las posibles frecuencias de la radiación electromagnética. Es el espacio aéreo por donde transitan datos; en ese intervalo también está contenida la banda de frecuencia utilizada para acceso a internet en ubicaciones remotas, también conocida como internet por radio.