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Análisis - BrasilEspañol

La comunicación pública bajo ataque en Brasil

El gobierno interino intenta silenciar las voces divergentes en los medios públicos y amenaza cambiar una ley para acabar con los medios públicos de la EBC. Los mecanismos de participación popular en el sector también están en riesgo.

Bia Barbosa*/Brasil/Junio 2016.

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El compromiso de cualquier gobierno con la diversidad de ideas y opiniones, y con la propia democracia, puede ser medido por el tratamiento que dicho gobierno da a la comunicación pública. Hay varios ejemplos de eso. Países que tienen una democracia consolidada, en todos los rincones del planeta, gozan de medios públicos de comunicación fuertes, que cumplen un rol fundamental para garantizar el ejercicio de la libertad de expresión de los distintos segmentos que componen su población.

Brasil, desafortunadamente, apenas en el 2008 dio su primer paso para la constitución de un sistema público de comunicación. En ese año fue aprobada la ley que creó la Empresa Brasileña de Comunicación (EBC), responsable por dos canales de TV, ocho emisoras de radio, un sitio web, una agencia de noticias en línea y una agencia de noticias para la radio. Antes de la ley, el país tenía solamente algunas emisoras locales o estatales de radio y TV educacionales, pocas de ellas articuladas en red, sin que se hubiera establecido un proyecto de comunicación pública para el pueblo de Brasil.

Así, el surgimiento de la EBC en el escenario de los medios fue una de las respuestas a la intensa demanda de la sociedad civil por más diversidad y pluralidad en los medios. Era también una exigencia de la Constitución brasileña, que prevé, en su artículo 223, una actuación complementaria entre los sistemas público, privado y del Estado. En un país en el cual unas pocas familias dominan los medios privados de comunicación masiva, los primeros pasos dados al final del gobierno Lula para la constitución de un sistema público han sido bastante celebrados.

No obstante, en los últimos ocho años, la consolidación de tal sistema no ha caminado con la velocidad necesaria y exigida por nuestra democracia. No han sido pocos los eventos que han enseñado que había una obvia confusión entre lo que es la comunicación pública y la gubernamental, por parte de los ministros de los gobiernos de Dilma Rousseff. Tampoco la EBC ha recibido la inversión financiera necesaria para expandir su señal para todo el país, para garantizar una estructura de producción de alta calidad y para asegurar mejores condiciones de trabajo a sus empleados.

Con dificultades y a pesar de que la empresa está formalmente unida a la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia de la República –un hecho que, per se, ofrece un riesgo a la independencia editorial de los medios–, la autonomía de las emisoras y de los otros medios que integran la EBC ha sido conquistada a través de los años por el esfuerzo de los trabajadores de la empresa y por el Consejo Curador, en su mayoría compuesto por representantes de la sociedad civil, elegidos por medio de una consulta pública.

Todo ese proceso, que aún se está consolidando, está seriamente amenazado. Uno de los primeros actos del gobierno interino de Michel Temer fue destituir, ilegalmente, el director-presidente de la EBC, el periodista Ricardo Melo, y reemplazarlo por un hombre de su confianza. Por ley, en la EBC, solamente el Consejo Curador puede destituir al presidente de la empresa, que tiene un mandato legal de cuatro años. Junto al Consejo, este es uno de los principales mecanismos para garantizar la autonomía de la comunicación pública frente a los intereses políticos de los gobernantes en turno. Temer destituyó a Melo; este, después de 15 días, obtuvo de la Suprema Corte de Brasil su restitución.

No obstante, en este breve intervalo de tiempo, varios comentaristas de la EBC tuvieron sus contratos cancelados y sus programas fueron sacados de la programación sin ningún respeto al Plan de Trabajo de la empresa, que también es un documento aprobado por el Consejo Curador. Decenas de funcionarios en cargos especiales asignados por la gestión Melo también fueron despedidos. Varias coberturas de eventos culturales fueron canceladas y varios reportajes no han sido publicados. Se estableció una regla interna que prohíbe a los periodistas referirse a Dilma Rousseff como “presidenta” de Brasil; la orden es utilizar el término “presidente”, sin flexión de género (el término “presidenta” siempre fue enfatizado por Dilma). La práctica de censura contra voces divergentes del gobierno interino de Michel Temer se instaló categóricamente y trabajadores que tienen posiciones contrarias al impedimento de Dilma están siendo perseguidos.

Sin embargo, hay algo más serio que los cambios ya realizados en el funcionamiento de la empresa y esos son los planes que Temer ha anunciado para la comunicación pública, a través de los grandes medios. Bajo la premisa de que la EBC se ha vuelto un eje de militantes del Partido de los Trabajadores –argumento que no se sostiene por el hecho de que la mayor parte de los empleados de la EBC son funcionarios del Estado, que entraron a la empresa por medio de un concurso público, y no a dedazos–, que la TV Brasil (una de las emisoras de la EBC) tiene cero puntos de audiencia y que la empresa tiene deudas, Michel Temer ha declarado que cambiará la ley de la EBC. El objetivo es reducir de forma drástica su estructura, extinguiendo canales, despidiendo a más empleados, acabando con el Consejo Curador y modificando las reglas para el cambio de la presidencia de la empresa.

Ese será el fin de un proyecto que aún no se ha podido consolidar, por obra de un gobierno pegado a los intereses de los grandes conglomerados de medios de Brasil, para el cual la expresión de nuestra diversidad étnica, social y cultural es una cosa insignificante. A Temer le da igual si la EBC es la emisora que más exhibe películas nacionales; si sus agencias de noticias producen contenido (fotos, textos, audios e imágenes) gratuitos, que son reproducidos en miles de medios por todo Brasil, incluso los comerciales; si la TV Brasil, que tiene 32 millones de telespectadores, es uno de los pocos canales abiertos preocupados por tener una programación infantil y que presenta, por ejemplo, una caricatura animada protagonizada por personajes de piel negra le da igual si la Radio Nacional de la Amazonia es la única emisora de radio que llega a todos los municipios de la región de la selva; si son parte de su Consejo Curador representantes de los pueblos indígenas, de las personas con discapacidades, de la juventud negra.

Las reacciones de la sociedad civil y de diversos sectores contra esta devastación se han multiplicado. El “Frente en Defensa de la EBC y de la Comunicación Pública”, creada en mayo a partir de la organización de decenas de entidades, ya publicó un manifiesto y ha recibido el apoyo diario de investigadores, artistas, productores independientes, organizaciones de defensa de los derechos humanos, comunicadores y de los más diversos movimientos sociales. Son estos segmentos que reconocen en el sistema público de comunicación su único espacio de libertad de expresión en los medios de comunicación masivos. El Frente también ha organizado movilizaciones en varios estados brasileños y debates en el Congreso Nacional de Brasil debates (en dónde cualquier cambio en la Ley de la EBC tendrá que ser aprobado).

Sin embargo, se trata de una resistencia que está apenas empezando, pero que ya se muestra como una de las más estratégicas para que la democracia brasileña pueda ser rescatada de la ruptura que está sufriendo pues, sin una comunicación pública y democrática, no puede haber democracia.

  • Bia Barbosa es periodista, directora del Intervozes y secretaria del Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación (FNDC).

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