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Argentina

Ley de Medios: lo que queda y lo que piensa Alberto

A fuerza de decretos, Macri desarticuló aspectos esenciales y sumó el cuádruple play, aunque no pudo avanzar en una nueva norma como había dicho. El rechazo del candidato del Frente de Todos a los proyectos “no comerciales”.

A diez años de la aprobación de la polémica Ley de Medios, una de las insignias del apogeo kirchnerista, prácticamente no queda nada en pie. Mañana se cumplirá una década de la media sanción que tuvo el proyecto en Diputados, aprobado de manera definitiva en el Senado el 10 de octubre de 2009, poco antes de las elecciones de medio término de la primera gestión de Cristina Fernández.

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ponía el foco en varias iniciativas para frenar la concentración de los medios, restringir la cantidad de licencias por propietario y dar espacio a organizaciones sin fines de lucro que no tenían lugar en un esquema que era juzgado como monopólico.

En el mismo sentido, se limitaba la presencia de capital extranjero en la propiedad de medios audiovisuales y también se disponía que los programas de televisión abierta debían tener un 60% de producción nacional. Sin embargo, el objetivo número uno de la ley era frenar el poder del grupo Clarín, una de las obsesiones desde la época de Néstor Kirchner.

Una sucesión de medidas cautelares puso un freno a la puesta en marcha de la ley hasta desembocar en el recordado 7D, el 7 de diciembre de 2012, la fecha dispuesta para que los medios concentrados presentaran su plan de desinversión que finalmente quedó desactivado por una nueva medida judicial.

Desde la vereda opuesta, el entonces jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri se encargaba de mostrar su rechazo a la ley. “Fue una pérdida de tiempo y de esfuerzo increíblemente estúpido”, señalaba Macri en 2014, anticipando el origen de varios de los cambios que hizo por decreto al llegar a la Presidencia.

Unos días después de asumir en diciembre de 2015, Macri lanzó una serie de decretos en los que eliminó la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) que encabezaba Martín Sabbatella para crear la Enacom, que dejó en manos de Miguel de Godoy; volvió a dar flexibilidad para la compra y venta de licencias de medios que antes eran intransferibles y amplió el límite de licencias por propietario.

Macri también habilitó el denominado “cuádruple play” que permitió el ingreso de las compañías de telefonía móvil y fija al negocio de la TV por cable, una decisión a la medida del grupo Clarín, que impulsó la fusión de Cablevisión con Telecom, que permitió quitar competidores del mapa. Más allá de los fuertes cambios, Macri optó por no tocar el rol de los medios comunitarios y si bien anticipó su decisión de avanzar en una nueva Ley de Telecomunicaciones, no pudo completarlo en los cuatro años de mandato.

La mirada de Alberto. El candidato presidencial del Frente de Todos “nunca apoyó la ley” que fue aprobada cuando ya estaba afuera del gobierno de Cristina. Si bien en su entorno todavía no se animan a anticipar si piensa encarar rápidas modificaciones en caso de llegar a la Casa Rosada, admiten que fue uno de los referentes que no estaban de acuerdo con el texto aprobado entonces en el Congreso.

Para Alberto, el eje de la controversia es la posibilidad de que organizaciones sin fines de lucro puedan manejar medios que, según su criterio, solo pueden tratarse de un “proyecto comercial” como cualquier otro. “En la sociedad moderna los medios son negocios. Ese fue uno de los errores de la Ley de Medios. No podés dejar en manos de una entidad sin fines de lucro un proyecto comercial”, señalaba Alberto en mayo pasado, cuando ya estaba postulado para la presidencia pero aún no había superado las PASO que le dieron un triunfo en primera instancia.

Tomado de  Perfil

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