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Análisis - ChileEspañol

Hegemonía y Concentración Cognitiva(1): Los Medios como Aparato de Producción y Reproducción Histórica de «Enemigos Internos”(2)

Desde inicios del año 2000 se vienen observando evidencias de un proceso de profunda concentración económica de los medios de comunicación en Chile, este proceso tiene lógicas y dinámicas de alto impacto en la sociedad chilena.

Carlos Del Valle*/Chile/Diciembre 2016
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Para resistir, governos como o de Temer, precisam de inimigos. Não basta ter adversários. E esses inimigos têm que ser uma ameaça àquilo que governos autoritários costumas chamar de ordem.” (Renato Róvai, 2016).

Desde inicios del año 2000 se vienen observando evidencias de un proceso de profunda concentración económica de los medios de comunicación en Chile (Mastrini y Becerra, 2001; Sunkel y Geoffroy, 2001), lo cual se traduce, por ejemplo, en que la participación de los cuatro primeros operadores del mercado de la prensa escrita y la televisión, a partir de los niveles de facturación y cuota de mercado, fluctúa entre el 70 y 90 por ciento (Mastrini y Becerra, 2006:165).

Pero este proceso de concentración de la propiedad de los medios de comunicación tiene otras lógicas y dinámicas de alto impacto en la sociedad chilena. Primero, porque se trata de un proceso de concentración no sólo económica, sino también ideológica, que tiene un hito relevante en la dictadura militar, la cual “acabó con la televisión “no comercial”, cultural, educativa y creativa que había instituido el gobierno de Salvador Allende” (Piñuel, 1992: 14); de modo que si por un lado la televisión se comercializa, la prensa disminuye de 11 a 5 periódicos, para entregar eficientemente dos grandes consorcios al mercado. Segundo, porque estos niveles de concentración de la propiedad son transversales en Chile y no exclusivos de los medios de comunicación, de manera que “el 20% chileno más rico posee el 61% del ingreso, contra el 3,3% del más pobre” (Carmona, 2002: 65 y 239).

Sin embargo, uno de los mayores impactos en la sociedad es el proceso de concentración cognitiva y del pensamiento, esto es, el uso de la industria cultural como estrategia de producción y reproducción del “enemigo interno” en Chile.

Esta estrategia implica: (a) la consolidación del modelo pos neoliberal, es decir una amplia privatización del Estado y una profunda expansión del mercado, (b) el Rol preponderante del mercado de la publicidad, (c) la subsunción de los contenidos al mercado de la publicidad, (d) la subsunción de las relaciones sociales a las relaciones económicas.

Ahora bien, entre los grupos sociales utilizados para la producción del “enemigo interno”, podemos encontrar en el caso chileno el caso de la izquierda (Unidad Popular) entre 1970 y 1989, como base para generar las condiciones del Golpe Militar y la posterior dictadura. Del mismo modo como operó la producción del enemigo interno en Brasil recientemente: “O Globo utilizou muitas estratégias para fazer essa manipulação. Ele fez uma demonização seletiva do PT, do ex-presidente Lula e da ex-presidente Dilma Rousseff […] Os jornais brasileiros usaram o seu poder e monopólio informativo para legitimar um golpe político de direita.” (Van Dijk, 2016).

Pero es sin duda el grupo indígena mapuche el más elocuente caso de producción histórica de un enemigo interno por parte de la industria cultural en Chile, especialmente por el periódico El Mercurio y cierta literatura de élite. Este proceso lo observamos en textos de los años 1859 y 1862, con expresiones como “enemigo vecino”, “terrible enemigo”, “enemigo imponente”, o bien “tan feroces como salvajes”, “estúpido y cruel agresor”, que forman parte de la producción de un enemigo a la vez íntimo y salvaje; pero también en la cobertura especial que tiene El Mercurio en línea (www.emol.com), al menos desde el año 2014, denominada por el propio medio “Conflicto Mapuche”, atribuyendo con ello, precisamente, una interpretación ideológica, que sitúa al Pueblo Mapuche no sólo como responsable, sino también como victimario. Veamos algunas expresiones que podemos observar allí, como parte de la producción de un enemigo que ahora es a la vez íntimo y organizado: “activista mapuche”, “terrorista”, parte de una “industria delictual”, etc.

Finalmente, como al rol de la prensa hegemónica se suman la literatura de élite y los tribunales de justicia, el desafío democrático que tenemos como sociedad y cultura es comprender y abordar las implicancias que ello tiene, como la criminalización de los grupos sociales, donde las personas son presentadas como diferentes porque son asociadas a “delitos”, donde las personas tienden a “ser” aquello que otros dicen, porque una de las estrategias es generalizar e involucrar a todo un grupo social; y en este contexto el sistema jurídico-judicial opera sobre la base de la “irrecuperabilidad» de las personas, las cuales deben pasar por un proceso de “conversión al Bien”, vale decir deben ser “traídas de vuelta” a la “sociedad normalizada”. En estos casos, en síntesis, no sólo estamos en presencia de atributos desacreditadores hacia un grupo por parte de la prensa hegemónica altamente concentrada en lo económico, sino también de un rol de concentración del pensamiento.

Por ello, como Colegio de Periodistas hemos planteado insistentemente una democratización del sistema de medios, entendiendo la comunicación como un derecho de todas y todos y no como mercancía de propiedad de unos pocos. Insistimos en que el flagelo de la concentración, tanto económica como cognitiva, ha de confrontarse como una de las máximas urgencias que tiene nuestra democracia, la cual recién sale del proceso transicional. Hemos dicho que la discusión de una nueva constitución, que esperamos sea debatida con participación vinculante del pueblo a través de una asamblea constituyente, establezca la comunicación como derecho, resguardando espacios para los tres sectores de los medios de comunicación y, de manera más general, de la industria cultural: públicos, privados y comunitarios; poniendo límite a la concentración cognitiva, económica e ideológica de la estructura de medios.

*Profesor Titular y Decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera, Chile. El texto forma parte del proyecto FONDECYT número 1150666.

Nota: El texto refleja la posición del autor.

 (1) Se entiende por “concentración cognitiva” al proceso de control de los marcos de pensamiento en una sociedad donde la industria cultural opera como sistema de producción y reproducción capitalista de la cultura, especialmente a partir del control económico e ideológico.

(2) Se agradece especialmente a Javiera Olivares, Presidenta del Colegio de Periodistas de Chile, por sus aportes y la revisión de este texto.

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